ANDAR EN TREN ES LO MEJOR, LA LA.....
Mi recuerdo usando el tren de muy pequeña cuando mi papa nos iba a dejar a Los Andes. Lo hacíamos en clase económica (asientos de madera). En ese tiempo se hacía trasbordo en Llay-Llay. No recuerdo especialmente lo incomodo del viaje porque lo importante era llegar al destino. Mientras transcurría el viaje
era como un picnic en ruedas. Nosotros
llevábamos para comer sándwich o frutas y algo para beber (otras familias que iban en el carro hacían lo mismo). El traslado demoraba alrededor de cuatro horas, pero esto no era lo más importante, sino el peso de las maletas que llevábamos era lo molesto, porque después de llegar a la estación de la ciudad, teníamos que caminar un buen trecho para tomar un bus rural que nos acercaba al lugar donde vivían mis abuelos.(no existían las maletas con ruedas)
De Viña del Mar a Santiago el viaje en tren también se hacía en alrededor de cuatro horas. Era lo más habitual tomar esta locomoción para ir a la capital y el término era la estación Mapocho.
Un viaje pintoresco que hice fue cuando estaba estudiando en La Serena y me invitó una amiga a Iquique de donde ella es originaria. El tren demoraba más de cuarenta y ocho horas en llegar a destino. Era muy precario y llevaba mas carga de materiales que pasajeros, dormimos como pudimos en suelo entre los asientos del vagón, pero éramos estudiantes sin remilgos a la aventura y una oportunidad para mí de conocer esta ciudad norteña.
En esta misma época de estudiante me traslade muchas veces en el tren desde La Serena hasta La Calera, era un tren pequeño y con dos o tres vagones. Generalmente la travesía era de doce horas.
A través del tiempo el viajar en este medio siempre fue algo grato sobre todo desde que nos vinimos a vivir a Osorno y de vacaciones nos íbamos a visitar a nuestros parientes que seguían viviendo en la quinta región. Reservábamos un departamento con camas y embarcábamos también el automóvil. Nos permitía viajar con los niños cómodos y sin problemas hasta llegar a Santiago desde donde seguíamos el trayecto en auto. Este itinerario duraba como quince horas desde Osorno a la Estación Central
Qué bonitos recuerdos tengo de estos viajes considerando que nunca se podía contar con un horario estricto de salida ni de llegada a destino, pero aun sabiendo esta informalidad se disfrutaba de un recorrido sin mayores dificultades.
Toda esta forma de poder desplazarse quedó trunca. Ahora todo está en ruina ya no quedan ni los rieles, las estaciones se están deteriorando y solo queda la nostalgia.


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