
Felipe Cruzat
No llegó el corazón que esperabas y te fuiste a esa dimensión desconocida que es la muerte. Sentí tu partida sin conocerte personalmente,así como, lo sintieron tus padres, tus amigos y todos los que te amaron. Recuerdo la expresión de tus ojos que me hacían recordar la mirada de mi hijo mayor. Ojalá tus momentos de alegría, de bondad y esperanza nos hagan reflexionar y mejorar nuestro concepto sobre la donación de órganos para transplantes. No debe ser inútil lo que tu pasaste porque hay otros niños en lista de espera que necesitan de la generosidad de personas que sintiendo el dolor de perder a un ser querido, pueden decidir que parte de ese cuerpo sirve para alargar la vida de otra persona.
 
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